La brecha digital y la brecha social en el siglo XXI

Las circunstancias impuestas por la pandemia del COVID-19 a nivel internacional nos han hecho reflexionar sobre el papel que tiene la escuela en la actualidad, y, más allá, sobre el papel que tendrá la escuela del futuro próximo tras el levantamiento del confinamiento de la población en sus casas.

Se habla mucho de brecha digital o brecha social para arremeter contra cualquier medida que se adopta desde el área educativa. Sin embargo, si nos abstraemos de las emociones que nos genera este estado excepcional, podremos intentar desmitificar las brechas denominadas anteriormente.




En primer lugar, la brecha digital puede ser entendida de dos maneras: la falta de dispositivos electrónicos en algunas familias, o la falta de los conocimientos tecnológicos necesarios (aún teniendo los dispositivos a su alcance). La falta de dispositivos electrónicos es muy pequeña en las familias españolas. El problema está en el confinamiento y en la necesidad de que varias personas tengan que usar dichos dispositivos al mismo tiempo debido al teletrabajo o a familias con varios hijos. Por lo tanto, una vez finalizado el estado de alarma y vuelta a las aulas, esa brecha digital volverá a su estado anterior. Por otro lado, la falta de conocimientos tecnológicos es causa de otra brecha digital. ¿Cómo vencer este tipo de brecha? Utilizando las nuevas tecnologías en educación y enseñando a los estudiantes a usarlas. Nuestros alumnos son nativos digitales, lo que no significa que nazcan sabiendo programación. Ser un nativo digital significa que han crecido en un entorno y en un mundo digital que les hace pensar diferente y concebir el aprendizaje de una manera diferente a como lo hacíamos hace unas décadas. Para todo ello necesitamos más financiación en educación.

En segundo lugar, la brecha social, a no ser que vivamos en un país comunista en el que todos (o casi todos) los ciudadanos se encuentran social y económicamente en el mismo rango, seguirá existiendo. Los frutos del comunismo ya los hemos visto en Europa y se pueden palpar en claros ejemplos en países de América del Sur. Por lo tanto, vencer la brecha social no se trata de igualar a todos los ciudadanos bajo la misma tabla rasa, sino de conseguir establecer los mecanismos meritocráticos suficientes para que cualquier persona tenga las posibilidades de subir en la escala social. Claro que las familias más pudientes tendrán más posibilidades para ello. Esto es lógico. Pero no por eso deben existir frenos en las instituciones públicas para formar a todos nuestros ciudadanos y ofrecerles puentes sociales. Para ello también necesitamos más financiación en becas y ayudas a los estudiantes, y una reorganización de las ayudas existentes que, en muchas ocasiones, caen en sacos rotos, mientras que otros "sacos" con mucho potencial tienen que buscar ayudas y un futuro mejor en el extranjero porque en nuestro país no se les valora. Que todos los estudiantes tengan el derecho a estudiar una carrera universitaria no significa que el Estado tenga que pagar estos estudios a estudiantes que no quieren estudiar o que no tienen la capacidad para formarse en unos estudios de este nivel académico, significa que si hay un ciudadano con capacidad y con ganas de formarse, se le ofrezca las ayudas proporcionalmente necesarias para que lo consiga dependiendo de su realidad socio-económica.

Seguiremos oyendo hablar en las próximas semanas de brecha digital y de brecha social, pero mucho me temo que pocas medidas acertadas con previsión de futuro se tomarán en este ámbito, porque dar pan y circo al pueblo consigue réditos políticos a corto plazo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Teatro musical como método de aprendizaje. Un ejemplo innovador

Encargos innovadores para la escuela

No al maltrato animal