¿Deberes de verano? ¿Sí o no?
Tras un largo curso en el que nuestros
alumnos o hijos han estudiado y trabajado durante 10 meses, llegan los intensos
días de vacaciones de verano, y la eterna pregunta: ¿es bueno que en vacaciones
sigan haciendo deberes? ¿O deben descansar?
Lejos de una respuesta extremista
(recordemos que Platón señalaba que la virtud está en el medio), es importante
ahondar en las dos posiciones para encontrar una solución a esta problemática.
En primer lugar, hay que destacar que
nosotros en vacaciones solemos descansar y desconectar totalmente de nuestro
trabajo. Es bueno que nuestro cerebro cambie de actividades y recarguemos las
pilas para desestresarnos y favorecer así una relajación física necesaria de
vez en cuando. Después de 10 meses de trabajo, nuestros hijos y alumnos se
merecen un descanso, necesario para su salud.
Por otro lado, hay que contextualizar
las vacaciones de verano en nuestra realidad. En España tenemos 2 meses de
vacaciones de verano debido al extremo calor que se da en prácticamente todas
las regiones de nuestro país. Esto significa que las vacaciones de verano son
muy largas, y no es necesario desconectar tanto tiempo de un aprendizaje
continuo y gradual. En muchos casos, nos encontramos que, en septiembre, nuestros
alumnos se han olvidado de muchas cosas que habían estudiado durante el curso.
Esto se podría evitar con los deberes de verano.
Además, cuando hablamos de que nuestro
cerebro “desconecte”, no estamos queriendo decir que pasemos las horas sin
hacer nada o que nos quedemos tumbados en el sofá para bajar el nivel de estrés.
Desconectar es hacer actividades diferentes, hacer cosas que durante el curso
no son viables, como dar un paseo por la montaña, visitar una ciudad o un
museo, pasar un día en el campo, …
Sin embargo, el problema no consiste en
resolver la pregunta de si tenemos que hacer o no deberes de verano, sino más
bien, cómo entender esos deberes de verano. Personalmente no entiendo unos
deberes de verano que consistan en un cuadernillo de ejercicios, como los
cientos que realizamos en las escuelas. Los deberes de verano tienen que
conseguir que el alumno repase los contenidos y destrezas esenciales de una
manera más flexible y motivadora.
No es lo mismo leer un texto y responder
a unas preguntas en un cuadernillo que “leer un libro divertido bajo un árbol y
hacer un dibujo o inventar un final diferente”. No es lo mismo hacer cientos de
multiplicaciones en una hoja que “multiplicar los dos primeros números de todas
las matrículas que veas cuando vayas en coche”. No es lo mismo rellenar frases
sobre animales en una ficha que “crear un libro con los animales que descubras
durante el verano”.
Por eso os recomiendo potenciar lo mejor
de vuestros hijos y alumnos. Si les gustan los animales, proponedles
actividades sobre ellos; si les encantan las matemáticas, trabajad el cálculo
mental jugando; si les gusta leer, ofrecedles la increíble aventura de escoger
su propio libro en una biblioteca o librería.
Cada alumno o hijo es especial, necesita
sus ritmos, sus motivaciones y su descanso. Por eso, ante la pregunta de si es
bueno tener deberes de verano o no, mi respuesta es que sí, pero no “deberes”
como los que estamos acostumbrados a hacer, sino innovar un poco en su
presentación y método para conseguir que nuestros alumnos e hijos descansen y
desconecten haciendo otro tipo de actividades, a la vez que repasan los
contenidos de una manera divertida y original.
Para citar este artículo:
Pattier, D. (9 de julio de 2018). ¿Deberes de
verano? ¿Sí o no? Escuela de innovación. Recuperado de: http://escueladeinnovacion.blogspot.com/2018/07/deberes-de-verano-si-o-no.html
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