Pasos para calmar un aula

Uno de los grandes retos con los que nos encontramos los docentes al entrar en el aula es conseguir un ambiente adecuado para poder desarrollar las actividades previstas en nuestra programación. Cansancio, nerviosismo, desmotivación... son algunos de los factores que afectan directamente al clima de aula, y que, por tanto, condicionan nuestro desempeño docente.



El cambio de la sociedad de las últimas décadas, de la mano del progreso tecnológico, ha producido unos alumnos despiertos, sobreestimulados, y muy alejados en la configuración de lo que podemos llamar "tranquilidad". Todo ello conduce a que en las aulas se palpe un nerviosismo por parte de los alumnos que el profesor debe saber gestionar siguiendo estos pasos:



1º Identificar el problema.
Es importante salir de la rutina y de nuestra programación, y darnos cuenta de que el contexto de enseñanza-aprendizaje no es el adecuado. En primer lugar, debemos darnos cuenta de que hay un problema que afecta al clima de aula, y en segundo lugar, tenemos que identificar cuál es el foco. Puede que se trate de algún alumno en particular, de alguna pelea que se haya dado en el patio, de que haya mucho calor en el aula,... No tenemos que tener miedo a preguntar a nuestros alumnos qué les pasa para poder ayudarles.



Dedicar unos minutos a calmar el aula
No es malgastar tiempo, sino invertirlo. Si ha habido una pelea, debemos dedicar tiempo a esclarecer qué ha pasado y hablar sobre el tema trabajando la resolución de conflictos. Si hay un alumno que está llamando la atención afectando al clima de aula, tal vez es mejor hablar un minuto con él a solas, que echarle en cara su comportamiento delante de sus compañeros. Si hace excesivo calor, habrá que abrir las ventanas o incluso, por qué no, salir al patio a dar clase en una sombra donde corra el aire. 





3º Hacerlo todo con una actitud calmada
La forma y la actitud que nosotros adoptemos en clase, será poco a poco absorbida por los alumnos. Es decir, si un profesor entra nervioso a clase y empieza a mandar callar sin parar y a pedir rápidamente que abran los libros porque no hay mucho tiempo,... los alumnos se pondrán nerviosos, alguno se bloqueará y muchos de ellos desconectarán directamente de la clase. Por el contrario, si nuestra actitud es de tranquilidad, identificando el problema, hablando a los alumnos pausadamente y con tranquilidad, y dedicando unos minutos a mejorar el clima de aula, nuestros alumnos se calmarán y conseguiremos un mayor rendimiento. Los nervios o la calma del profesor se transmiten a nuestros alumnos, por eso tenemos un papel esencial en la construcción del clima de aula que debemos entrenar día a día.




4º Ofrecer a los alumnos métodos para aprender a gestionar sus emociones o nervios. 
Nadie nace sabiendo gestionar sus emociones, como podemos comprobar con cualquier niño pequeño que tiene una rabieta porque le han quitado un juguete o le han apagado la televisión. Es importante que enseñemos a nuestros alumnos cómo podemos gestionar nuestras emociones y sentimientos. Esto no quiere decir que tengamos que reprimirlos, sino gestionarlos. Así estaremos trabajando el clima de aula para un futuro.


Como último consejo, a mí me ha ayudado mucho formarme en "gestión emocional" en el aula, leer libros de educación sobre el clima del aula, y, sobre todo, observar y aprender de mis compañeros profesores, que muchos de ellos ponen en práctica estos cuatro pasos sin ni siquiera percatarse de ello.



Para citar este artículo: Pattier, D. (26 de mayo de 2018). Pasos para calmar un aula. Escuela de innovación. Recuperado de: http://escueladeinnovacion.blogspot.com/2018/06/pasos-para-calmar-un-aula.html

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