La autoridad del maestro

Tras las últimas polémicas declaraciones de Isabel Celaá, que, como máximo representante del Ministerio de Educación, opina que los docentes se tienen que ganar la autoridad en las aulas, se ha formado mucho revuelo entre el profesorado, sobre todo en contra de esta consideración argumentando que la autoridad debería venir "de serie" para los docentes.

Mi opinión es que ambas tienen razón. En primer lugar, es cierto que la figura del docente debería tener una autoridad pública que actualmente no posee. La pregunta es: ¿por qué no la tiene? No la tiene porque la sociedad (debemos mirar la sociedad como un nosotros, y no como un ellos) no la considera, en muchos casos. Pero no solo estamos hablando de docentes, estamos hablando de todas aquellas figuras que generan o imponen algún tipo de autoridad: jefes, padres y madres, policía, árbitros de fútbol, políticos, semáforos,... Deberíamos preguntarnos si nosotros respetamos este tipo de autoridades antes de llorar porque la figura docente no la tiene. ¿Respetamos la autoridad de nuestros jefes? ¿Respetamos la autoridad de nuestros padres? ¿Respetamos todas las normas y a la policía? ¿Respetamos a los árbitros de fútbol? ¿Respetamos a los políticos? ¿Cruzamos siempre en verde, o si no viene nadie, cruzamos en rojo? Nosotros, como parte de la sociedad, contribuimos con las acciones de nuestro día a día a construir una autoridad pública o a perjudicarla. Que los docentes no tengan hoy autoridad es solamente el reflejo de las decisiones diarias que toma la sociedad en cuanto a esta temática.

Por lo tanto, sí, el docente debería llevar de serie una autoridad que actualmente no tiene. Igualmente que los políticos y otras profesiones.

Sin embargo, pienso que también es cierto que la autoridad se gana o se pierde en clase. Y no estoy hablando de autoritarismo (gritar, enfrentarte a los estudiantes, trabajar únicamente con castigos o desde el miedo,...), estoy hablando de autoridad. ¿De dónde viene la autoridad del maestro? En este sentido, no andaba mal encaminada Celaá,... No tiene la misma autoridad un maestro que demuestra conocer su asignatura, que el que no. No tiene la misma autoridad un maestro en el que se percibe un amor incondicional por sus estudiantes, que el que no. No es lo mismo un maestro que evalúa para ayudar a sus estudiantes, que el que lo hace como mero medidor y juez final de los discentes.

Por lo tanto, sí, el docente también debe ganarse la autoridad en clase.

Es fácil echar balones fuera, ya sea desde una posición o desde la otra. Por el contrario, es de valientes, no solamente señalar la problemática (que esto es muy necesario) sino de avanzar personalmente hacia la resolución del problema pensando qué puedo hacer yo en mi día a día para modificar esta situación.

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